Encontrar una perla

Ilustración de Carmen
Ilustración de C.
Empieza el año 2014. Creo que no me voy a quitar jamás de encima el síndrome de la página en blanco, de modo que he decidido llenarla con algo. No puedo decir que no me importe el hecho de que quizá alguien lo lea, pero ese es el riesgo. Creo que no es tanto síndrome de página en blanco sino miedo a los lectores. Pavor, diría yo. Miedo a dos cosas: las erratas y la pedantería. Por eso existen los escondites.
La perla la encontré ayer. Fue bastante simpático. Había que regalar algo a tu amigo invisible pero pusimos una condición: el regalo debía venir acompañado de una cita, una canción, un poema. No fuimos muy estrictos con las condiciones. El nivel fue bastante alto para ser la primera vez.
Mi poema se titulaba La perla durmiente, así que ya sabéis por qué el blog se llama así. Era un soneto canónico. Estaba dirigido a M, pero no voy a dar más explicaciones. Si me apetece luego, os lo pongo aquí también.
Me apetece, así que lo pongo. Dice así:
(He tardado mucho porque no la encontraba; ahora sí que os la pongo).

La perla durmiente




Una perla anclada en su concha clara,
¡zángana!, es imposible despegarla.
Debe esa dulce yacija imantarla,
pues con invisibles lazos la atara.

Maligno sortilegio la embrujara,
a esta bella durmiente indespertable,
tal vez un electrificado cable
de este encantamiento la liberara.

Viene el Magnífico, italiano amable,
cabalgando de Flandes hasta Hispania,
zarzas en su camino interminable.

Despertarla de su infernal insania
con un beso prosecco memorable
y llevar la noble perla a Catania.